Mercedes ha tenido a bien dejarnos probar el Mercedes GLC 220d y, para los amantes del confort en la conducción, es un vehículo que puede colmar sus expectativas de manera sobresaliente.

Al entrar en el coche, impresiona el interior y su pantalla por la cantidad de funciones que encuentras en ella, pero, como no ocurre en la mayoría de los coches de la competencia, en la del GLC, rápidamente te haces con el control porque es muy intuitivo. Las funciones más importantes no tienen botones físicos, pero en esta pantalla se hallan de forma fácil y rápida. 

Más llamativo es el interior que se asemeja a los últimos productos eléctricos de Mercedes con un diseño moderno y digital en el que destacan las pantallas tanto del cuadro de instrumentos, de 12,3 pulgadas, como del monitor central, de 11,9.

A nivel equipamiento y tecnología, es imposible describir todo lo que lleva y lo bien que funciona. El volante es impecable, el cuadro de mandos absolutamente manipulable y puesto a nuestro gusto con un montón de información y un Head Up Display que sólo Mercedes es capaz de ofrecer. La pantalla del navegador no es que sea grande, es que funciona de lujo y tiene un montón de elementos configurables para dejar el coche tal y como queremos hasta el más mínimo detalle, en términos de ambientación, ayudas a la conducción y dispositivos de seguridad.

El 220d, como el resto de mild hybrid, equipa un sistema de 48 voltios que ayuda al motor de combustión con 23 CV y recupera energía para la red eléctrica principal y también para el motor de arranque. Con este sistema, el consumo de carburante baja, consiguiendo una media real de 6,5 l/100, 8,7 en ciudad y 5,1 l/100 en carretera a 120 km/h.

En esencia, se trata de un SUV cómodo y lujoso, potente cuando lo necesitas y siempre poco sediento de diésel. Especialmente apreciables son el confort de marcha, la tracción sobre cualquier firme, los excelentes sistemas de ayuda a la conducción y la buena capacidad de carga del maletero y el amplio habitáculo.